INTRODUCCIÓN

La educación y su desarrollo en los distintos niveles de aprendizaje han sido y serán siempre tópicos de discusión dentro de la rama de la docencia. Los procesos cognitivos y como medirlos resultan elementos que desde el momento de la concepción humana, para el caso que nos interesa.

Es una acción cotidiana que todas las personas realizamos con objetivos y finalidades diferentes. La evaluación ha sido una actividad común y característica del ser humano desde que éste existe. Evidentemente hay diferencias en las evaluaciones que se llevan a cabo en la cotidianidad y las que se realizan en las que se realizan con carácter científico y de manera sistemática en los centros educativos. La evaluación, como otros aspectos relacionados con el mundo educativo han pasado por diferentes concepciones, siendo, en los años más recientes, uno de los elementos didácticos que más ha evolucionado en el contexto educativo y social a la vez que las cuestiones que más ha preocupado a los docentes y a la administración educativa. La finalidad de evaluar es obtener toda información que permita comprobar si los alumnos han logrado los objetivos previamente marcados. (Díaz Lucea, 2005)

Desde finales del milenio pasado y durante esta veintena se vienen definiendo para todo el campo de la ciencia la “novedad” es requerida, es una necesidad innovar, así nos lo exige el mundo, así nos lo exige la sociedad, así nos lo exigen los “nuevos tiempos”

En la educación y sobretodo en la educación superior han sufrido cambios sobre todo porque se ha comprendido que la evaluación del conocimiento no se puede medir de una sola manera, es por ello que metodológicamente es necesario revisar el proceso completo.

Entonces La evaluación y la metodología más deberían evolucionar para ajustarse a esta forma de entender y desarrollar la docencia universitaria. En este sentido, un aspecto fundamental es la utilización de la evaluación como estrategia para mejorar y favorecer los aprendizajes, en vez de como simple certificación del éxito o fracaso en los mismos. Biggs (1999) sostiene que la evaluación es un factor extraordinariamente influyente en los sistemas y procesos de trabajo y aprendizaje del alumnado, dado que condiciona la calidad de los mismos de una forma clara y directa. Entre tanto Bonsón y Benito (2005) creen que es importante ser consciente de que ninguna innovación curricular será efectiva si no va acompañada de innovaciones en el modo de concebir la evaluación (López Pastor, 2012).

Para esta investigación nos proponemos resaltar no solo las aclaratorias pertinentes para concebir una definición de la evaluación formativa sino resaltar porque es importante comprenderla, desarrollarla, adaptarla en, con, por y para la Educación superior a través de las discusiones publicadas a nivel científico sobre el tema.

 

Metodología

El análisis de documentos ha sido una de los elementos más necesarios para la investigación científica actual, utilizando el motor de búsqueda Google Académico hemos utilizado palabras como Evaluación Formativa para selección por orden de relevancia los trabajos que aporten a las discusiones más significativas para destacarlas, plasmarlas de manera sistemática y ordenada construyendo unos resultados planificados.

 

Resultados

La evaluación se extiende a los momentos y factores de la instrucción. Considerar la evaluación en un sentido secuencial implica verla como Inicial, cuando reflexionamos antes de que se realice, y su función es diagnosticar; evaluación continua mientras ese realiza y su función es formar y por último la evaluación final, con carácter sumativo al reflexionar sobre resultados obtenidos. (Rosales López, 2003)

En el marco del proceso de Convergencia hacia el proyecto denominado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), planteado para la transformación de la Educación Superior y cuyo diseño e implementación, sobre todo en las Universidades Españolas ha generado grandes debates expone López (2012) respecto a la evaluación que habría que generar los siguientes cambios en la forma de entender y practicarla en la docencia universitaria:

1. Dar más importancia y dedicar más tiempo y esfuerzo a la evaluación continua y formativa que a la final y sumativa;
2. Realizar una evaluación orientada a mejorar los aprendizajes y los procesos de enseñanza-aprendizaje y no sólo como control final de dichos procesos;
3. Evaluar los diferentes tipos de aprendizaje y competencias que hemos planificado, en vez de sólo los evaluables con exámenes tradicionales;
4. Evaluar también el proceso de aprendizaje y durante el mismo, no sólo el producto final.

El autor defiende la importancia de hacer partícipe al alumno en la evaluación, porque supone una mejora en sus aprendizajes y competencias, y porque ayuda a implicar al alumnado en su proceso de formación y su participación en la toma de decisiones. La implicación del alumnado en los procesos de evaluación de su aprendizaje debería ser una herramienta básica de trabajo cuando se pretende desarrollar la autonomía del alumnado y la capacidad de gestionar su propio aprendizaje. Para ello, uno de los instrumentos de trabajo más útiles son los procesos de evaluación formativa y compartida (López Pastor, 2012)

Son muchos los autores que afirman que la evaluación condiciona el qué y cómo aprende el alumnado, ya que Gibbs (2003) establece que es "el arma más poderosa que tienen los profesores para influir en el modo en el que los estudiantes responden a las asignaturas y se comportan como alumnos". (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015)

No es lo mismo "evaluación" que "calificación", a pesar de que constantemente se confunden. Sanmartí (2007), considera la evaluación como un proceso basado en recoger información, por medio de instrumentos escritos o no escritos; analizar esa información y emitir un juicio sobre ella, tomando decisiones de acuerdo con el juicio emitido. Por su parte Santos Guerra (1993) dice que "evaluar es atribuir valor a las cosas, es afirmar algo sobre su mérito". (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015)

La calificación está basada en una evaluación sumativa (pues esta última debe antecederla), pero también pueden darse procesos de evaluación que no conlleven calificación y se cree que cuando así ocurre, es cuando se realiza mejor la labor de potenciar y orientar el aprendizaje a través de la evaluación. Lo que se resalta es que el alumnado no aprende con los procesos de calificación, sino con los de evaluación. Ésta es la clave de la perspectiva desde la que entendemos la evaluación. Estamos de acuerdo con Álvarez (2005) cuando afirma que: evaluar con intención formativa no es igual a medir, ni a calificar, ni a corregir. Tampoco es clasificar, examinar, ni aplicar test. Paradójicamente la evaluación tiene que ver con actividades de calificar, medir, corregir, clasificar, certificar, examinar, pasar test, etc., pero no debe confundirse con ellas, pues aunque comparten un campo semántico, se diferencian por los recursos que utilizan y los usos y fines a los que sirven. Son actividades que desempeñan un papel funcional e instrumental. De esas actividades artificiales no se aprende. (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015)

Hamodi y otros (2015) resaltan esta aclaratoria puesto que se evidencia una cuestión preocupante en la docencia universitaria, pues gran parte del profesorado va dejando de lado la evaluación, centrándose casi exclusivamente en la calificación, hasta un punto en el que la práctica calificadora se encuentra tan extendida parte importante del profesorado no considera que pueda evaluarse de otra manera. (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015)

En la Red de Evaluación Formativa y Compartida en Docencia Universitaria, grupos de investigación español surgido en 2005 dada la confluencia de inquietudes de un grupo de profesores acerca de cómo mejorar sus modelos de evaluación universitaria y del contexto de reforma del EEES y consolidado mediante la "Convocatoria de ayudas para la elaboración y desarrollo de proyectos relacionados con la convergencia europea de la enseñanza en las universidades de Castilla y León" mediante el proyecto denominado "Creación de una red interuniversitaria de evaluación formativa y mejora del aprendizaje en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES): desarrollo de propuestas, metodologías y experiencias de evaluación formativa y compartida". (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015) definió “Evaluación Formativa” como: “todo proceso de constatación, valoración y toma de decisiones cuya finalidad es optimizar el proceso de enseñanza aprendizaje que tiene lugar, desde un perspectiva humanizadora y no como mero fin calificador” (López Pastor et al, 2009, 2011)

Éste grupo de profesores que para 2014 contaba con 150 profesores de 30 universidades españolas relaciona los conceptos de enseñanza y el autor lo resume en el siguiente cuadro:

Cuadro 1. Conceptos Relacionados con la “Evaluación Formativa”

Fuente: (López Pastor, 2012).

La discusión se centra en que las universidades deben buscar la generación de competencias profesionales, de alguna manera garantizar la comprensión de lo que se transmite, debe asegurar y acreditar el saber profesional y no la simple conjunción de habilidades, destrezas y conocimientos. Siendo entonces ese el objetivo, la tarea sigue siendo la evaluación de esas competencias, compromiso que se ha asumido a través de la variedad y combinación de métodos tradicionales e innovadores. Se toma en cuenta que el proceso de Evaluación Formativa tiene implicaciones no solo en los niveles superiores de la educación, pues las instituciones enfrentan también el reto de poder identificar en los nuevos ingresos, aspirantes no solo un conocimiento básico inicial que le permita una consecución de objetivos personales y profesionales sino debe darle cabida a la preparación de esa población a migrar hacia la búsqueda del conocimiento en donde las responsabilidades son compartidas e integradores. (Olmos, 2008)

Es por lo anterior que algunas de las dificultades o inconvenientes encontrados en este proceso serian:

• Las resistencias iniciales del alumnado, debidas a la falta de costumbre y hábito en estas nuevas dinámicas de trabajo.
• Problemas que surgen durante el desarrollo de la asignatura debido a la falta de coherencia curricular en el proyecto docente, que dificultan su correcto funcionamiento.
• La mayor y diferente distribución de la carga de trabajo que suponen en comparación con los modelos tradicionales, tanto para alumnado como para profesorado. (López Pastor, 2011)

Pero por otro lado se consiguen ventajas como:

• Facilita y mejora la implicación del alumnado universitario en dinámicas de trabajo colaborativo, así como en metodologías activas de aprendizaje que se llevan a cabo.
• Facilita la adquisición de competencias de aprendizaje autónomo, que guardan una fuerte relación con los procesos de formación permanente. Influyen positivamente en otros elementos del proceso de enseñanza aprendizaje más allá del propio sistema de evaluación (negociación curricular, uso de metodologías activas, implicación del alumnado, mejora del proceso de enseñanza‐aprendizaje).
• El alumnado de las titulaciones propias de la formación del profesorado aprende de forma experiencial la utilización de sistemas y modelos de evaluación formativos. De esta forma, la evaluación se convierte también en contenido de aprendizaje.
• La puesta en práctica de una evaluación formativa y compartida permite analizar y mejorar la práctica docente. (López Pastor, 2011)

El rendimiento académico (RA) Es la valoración de la capacidad de respuesta del individuo con la que se estima lo aprendido tras un proceso formativo. Es habitual identificar el RA con la calificación y parece claro es que la relación entre evaluación y RA puede y debe valorarse, con el fin de entender si ésta se refleja en las calificaciones obtenidas por los estudiantes

Los estudios de Falchikov (2005), López, (2009) y Sanmartí (2007) sobre la correspondencia entre Evaluación Formativa y Rendimiento Académico señalan la manera cómo se han conseguido mejoras en el factor pedagógico, particularmente relacionado con los aprendizajes lo cual termina reflejándose en la calificación. (Hamodi, López Pastor, & López Pastor, 2015)

La diversidad de estrategias de Evaluación Formativa y de instrumentos utilizados en la misma, permite adecuarse a los estilos de aprendizaje del alumnado, que suele expresarse por vías electivas de evaluación, así, se establece un vínculo entre Evaluación Formativa y responsabilidad, implicación y control sobre el propio aprendizaje de los estudiantes. Castejón, López Pastor, Julián y Zaragoza, (2011) resaltaron que existen diferencias de rendimiento en función de la vía de aprendizaje y evaluación elegidas por el alumnado, siendo mejores en los casos de la elección de Evaluación Formativa en relación a la vía de examen final, aunque también se comprobó que si no hay un procedimiento bien establecido, puede redundar negativamente en el rendimiento. Entonces, existe una necesidad de comprobar si hay una relación positiva entre la Evaluación Formativa y el Rendimiento Académico, como favorecedora de aprendizajes que se reflejan en las calificaciones que obtiene el alumnado para mostrar que la utilización de sistemas de Evaluación Formativa es directamente proporcional al Rendimiento Académico del alumnado, especialmente en lo tocante a un elevado porcentaje de “aptos” y un bajo porcentaje de abandonos (“no presentados”). (Fraile, López, Castejón, & Romero, 2013)

 

Conclusión

En la recopilación de la información hemos podido realizar un criterio que nos lleva a identificar conclusiones que concuerdan con los trabajos consultados y es que en primera instancia los procesos de formación educativa tienen mejores resultados cuando existe una reciprocidad de esfuerzos, para lograr lo anterior se requiere un compromiso mutuo profesor-alumno que lleva a acortar la distancia del conocimiento y abre el “aula” a un espacio de infinito aprendizaje.

La educación para el desarrollo de habilidades y destrezas ha tenido que abrirse a un concepto de formación de competencias, en donde la adquisición de conocimiento requiere amplitud al momento en que el profesor intercambia roles con los alumnos y viceversa.

En la educación superior tiene una doble relevancia impulsar los procesos de formación que se adapten a las necesidades de una sociedad cada vez más expandida a nivel de disponibilidad de información desde la formación de los nuevos profesores, puesto que el concepto de evaluación acá expuesto muestra mejoras suficientemente importantes para llevarlas a cabo desde los niveles más básicos de la educación.

Es de hecho tan importante que abre las posibilidades de aprovechamiento del pensamiento y la destreza humana ya que un proceso de formación como lo veníamos conociendo ha de cerrar las posibilidades a un porcentaje de la población que ahora el mismo sistema educativo obliga a encontrar una manera de transmitir y recibir conocimiento.

La evaluación formativa no solo es incluyente a niveles físicos, sociales, políticos y económicos sino también humanos y en la época actual pudiéramos decir que, de no ser por su desarrollo, estudio, discusión e implementación no existiera el crecimiento vertiginosos de medios electrónicos que soportan el sistema educativo actual, sobre todo a nivel de Educación Superior que cada día soporta una mayor cantidad de alumnos en cualquier lugar del mundo a través de programas educativos a distancia los que hoy de alguna manera permite una continuidad a nivel educativo a pesar de una necesidad vital de distanciamiento social y confinamiento humano.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Díaz Lucea, J. (2005). La evaluación formativa como instrumento de aprendizaje en educación física. Barcelona: INDE Publicaciones.

Fraile, A., López, V., Castejón, J., & Romero, R. (2013). La evaluación formativa en docencia universitaria y el rendimiento académico del alumnado. Aula Abierta, 23-34.

Hamodi, C., López Pastor, V. M., & López Pastor, A. T. (2015). Medios, técnicas e instrumentos de evaluación formativa y compartida del aprendizaje en educación superior. Perfiles Educativos, 37(147), 146-161.

López Pastor, V. M. (2011). El papel de la evaluación formativa en la evaluación por competencias: aportaciones de la red de evaluación formativa y compartida en docencia universitaria. REDU. Revista de Docencia Universitaria, 159-173.

López Pastor, V. M. (2012). Evaluación formativa y compartida en la universidad: clarificación de conceptos y propuestas de intervención desde la Red Interuniversitaria de Evaluación Formativa. Psychology, Society, & Education, 4(1), 117-130.

Olmos, S. (2008). Evaluación formativa y sumativa de estudiantes universitarios: aplicación de las tecnologías a la evaluación educativa. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.

Rosales López, C. (2003). Criterios para una evaluación formativa: Objetivos. Contenido. Profesor. 2003: Narcea S.A de Ediciones.