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RECIAMUC VOL. 8 Nº 1 (2024)
su vida. No hacerlo interfiere con el esta-
blecimiento de una relación médico-pa-
ciente óptima, lo que a su vez disminuye
las probabilidades de cumplir con los
objetivos de la medicina. El médico que
deja de estudiar no solo se convierte en
un mal médico y en un médico malo, sino
que además es un médico inmoral (10).
• Docencia e información. La palabra
“doctor” proviene de la voz latina doce-
re, que significa “enseñar”. El hecho de
que los términos «médico» y “doctor” se
usen como sinónimos, no solo en el idio-
ma castellano sino en muchas otras len-
guas, revela que la relación entre la me-
dicina y la docencia es tan antigua como
íntima Investigación. El médico tiene la
obligación moral de contribuir (o por lo
menos de intentar hacerlo) al universo
de información que nos sirve a todos
los miembros de la profesión para ofre-
cer el mejor servicio posible al pacien-
te. No se trata de abandonar la clínica
o la sala de cirugía por el laboratorio o
el microscopio electrónico, sino de cul-
tivar el espíritu científico en la práctica
de la medicina, que, por otro lado, es lo
que distingue al médico del curandero o
del charlatán. La ciencia se distingue de
otras actividades humanas, como la po-
lítica o la administración de empresas,
en que aprende de sus errores, para lo
que necesita reconocerlos, examinarlos
e intentar explicarlos (10).
• Investigación. El médico tiene la obli-
gación moral de contribuir (o por lo me-
nos de intentar hacerlo) al universo de
información que nos sirve a todos los
miembros de la profesión para ofrecer
el mejor servicio posible al paciente.
No se trata de abandonar la clínica o
la sala de cirugía por el laboratorio o el
microscopio electrónico, sino de cultivar
el espíritu científico en la práctica de la
medicina, que, por otro lado, es lo que
distingue al médico del curandero o del
charlatán. La ciencia se distingue de
otras actividades humanas, como la po-
lítica o la administración de empresas,
en que aprende de sus errores, para lo
que necesita reconocerlos, examinarlos
e intentar explicarlos (10).
• Manejo integral. El médico debe dis-
tinguir entre la enfermedad y el pade-
cimiento de sus pacientes. La enferme-
dad es la causa de su malestar, pero lo
que lo trae a consulta es su padecimien-
to. Este último está formado por los sín-
tomas y signos del proceso patológico,
más la angustia del sujeto, su preocu-
pación por su futuro inmediato y a lar-
go plazo, sus problemas económicos,
el miedo al dolor y a que lo tengan que
operar, el destino de su familia, y sobre
todo el terror a la muerte. Todo esto es lo
que el paciente padece, y es de lo que
el médico tiene el deber y la obligación
de aliviarlo (10).
Es indudable que el humanismo médico en
nuestro siglo representa un reto que debe
resolverse de acuerdo a nuestra realidad
que es esencialmente diferente a la de
épocas pasadas. El humanismo médico en
estos momentos deberá ser el ejercicio de
una medicina que tenga conciencia de lo
que puede y de lo que no puede o debe
llevar a cabo, de sus perspectivas y de los
límites que busca romper con la incursión
de las técnicas orientadas a revelar, peli-
grosamente, nuestro más íntimo código ge-
nético. Es menester que todo este caudal
de conocimiento se oriente al paciente y no
sólo a la enfermedad en términos molecu-
lares, genómicos o proteómicos. No igno-
rar el significado de la vida humana, y del
sufrimiento tomando en cuenta el contexto
existencial de cada individuo promoviendo
el respeto al sentido de cada vida (7).
La relación del médico con su paciente es
única, también cambiante. Se da en un es-
pacio-tiempo determinado y dentro de de-
terminadas circunstancias psíquicas, am-
bientales y sociales. Este contexto es el que
permite al médico tomar las decisiones más
acertadas en relación a todos estos hechos.
GAIBOR MENDOZA, H. E., GAIBOR MENDOZA, N. M., & IDROVO CASTRO, K. J.